La mañana era fría
con el redoble de la lluvia el viento marca el compás
al apoyar con fuerza sus gotas enormes,
en los cristales de la ventana.
Las campanas perdidas en la lejanía y disciplinadas en el tiempo
dan las seis... ¿o acaso las siete? Que más da, si no las conté!
Diría que no me interesaban y por tanto, yo bien sabía,
yo conocía bien la hora exacta
Con las cerradas nubes, el alba no se despierta
miro apresurada el reloj y una sola ojeada me basta
para sacudir mi soñolienta pereza
como indomito corcel en desemfrenada carrera.
Con pié ligero y tierna acogida, el Tiempo
va regando su camino de rosas y erizadas espinas
y va ganando poco a poco, la cima de su zenit enrojecido
El Tiempo, relámpago que esparce las frías cenizas de la vida
ola estrellada contra la roca y envuelta en esfimera espuma
es mariposa, que incendia al sol los colores de sus alas
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